Manuel Heshiki

Manuel “Yenko” Heshiki Nakama was born on March 27, 1935, in Lima, Peru, to Shinzo and Chiru Heshiki. The second of four children, Manuel was a bright, thoughtful boy who carried a deep sense of duty from an early age. Though he once dreamed of becoming a doctor, his family’s circumstances led him down a different path built on hard work, perseverance, and quiet strength. Together with his brother, he opened a small grocery store in Lima, and later owned both a chicken farm and a restaurant. Every chapter of his early life reflected the same values that would define him forever: commitment, creativity, and care.

In the late 1960s, Manuel made the courageous decision to leave Peru and begin a new life in the United States. He arrived first in Washington, D.C., where he worked tirelessly washing dishes, doing manual labor and taking on any opportunity that would help move his dream forward step by step. Though English was not his first language, his determination spoke clearly enough. Over time, his journey carried him north to New Jersey and New York, where he spent much of the 1970s building a future with his own hands.

It was there that he met Julia, a fellow Japanese Peruvian whose kindness and spirit matched his own. They were married at New York City Hall in July of 1980, and together they created a loving home. Manuel and Julia raised two sons, Bryan and Gary, and later welcomed their beloved granddaughter, Mari. Providing for his family was always his greatest purpose, and he did so faithfully through his work with Ford Motor Company and, later, through his ventures in the restaurant world.

In 1992, Manuel and his family moved to California to help with his wife’s family restaurant, and not long after, he opened his own in North Hollywood. The restaurant was a place that reflected his warmth, diligence and pride in his heritage.

Outside of work, Manuel found joy in life’s simple pleasures. He loved bowling, billiards and listening to music that filled the house with comfort. He was an avid sports fan, especially devoted to football, sumo and his beloved Lakers. Above all, however, he cherished family and gatherings filled with laughter, food and stories that carried the love with them. He shared an especially close bond with the Goto family, whose affection and friendship surrounded him throughout his life.

Those who knew Manuel will remember a man of quiet humor and unwavering patience. A man who worked hard, loved deeply, and never stopped moving forward—no matter where life took him. His story is one of endurance and devotion, of crossing oceans and building a life of meaning from perseverance and love.

His legacy endures in the family he raised, the values he lived by, and the many hearts he touched along the way.

Manuel “Yenko” Heshiki Nakama nació el 27 de marzo de 1935 en Lima, Perú, hijo de Shinzo y Chiru. Segundo de cuatro hermanos, Manuel fue un niño brillante y refl exivo que desde pequeño desarrolló un profundo sentido del deber. Aunque soñó con ser médico, las circunstancias familiares lo llevaron por un camino diferente, marcado por el trabajo arduo, la perseverancia y una fortaleza silenciosa. Junto con su hermano, abrió una pequeña tienda de abarrotes en Lima y, posteriormente, fue propietario de una granja avícola y un restaurante. Cada etapa de su vida refl ejó los mismos valores que lo defi nirían para siempre: compromiso, creatividad y generosidad. A fi nales de la década de 1960, Manuel tomó la valiente decisión de dejar Perú y comenzar una nueva vida en Estados Unidos. Llegó primero a Washington D.C., donde trabajó incansablemente lavando platos, realizando trabajos manuales y aprovechando cualquier oportunidad que le permitiera avanzar paso a paso hacia su sueño. Aunque el inglés no era su lengua materna, su determinación era evidente. Con el tiempo, su viaje lo llevó al norte, a Nueva Jersey y Nueva York, donde pasó gran parte de la década de 1970 construyendo su futuro con sus propias manos. Fue allí donde conoció a Julia, una peruana de ascendencia japonesa cuya bondad y espíritu eran similares a los suyos. Se casaron en la municipalidad de Nueva York en julio de 1980 y juntos crearon un hogar lleno de amor. Manuel y Julia criaron a dos hijos, Bryan y Gary, y más tarde recibieron con alegría a su querida nieta, Mari. Su mayor propósito siempre fue el bienestar de su familia, y lo cumplió fi elmente a través de su trabajo en Ford Motor Company y, posteriormente, mediante sus incursiones en el mundo de la gastronomía. En 1992, Manuel y su familia se mudaron a California para ayudar en el restaurante familiar de su esposa, y poco después abrió el suyo propio en North Hollywood. El restaurante era un lugar que refl ejaba su calidez, dedicación y orgullo por sus raíces. Fuera del trabajo, Manuel encontraba alegría en los pequeños placeres de la vida. Le encantaba jugar a los bolos, al billar y escuchar música que llenaba la casa de calidez. Era un apasionado del deporte, especialmente del fútbol americano, el sumo y sus queridos Lakers. Pero, sobre todo, valoraba a su familia y las reuniones llenas de risas, comida e historias que transmitían amor. Tenía un vínculo muy estrecho con la familia Goto, cuyo cariño y amistad lo acompañaron durante toda su vida. Quienes conocieron a Manuel lo recordarán como un hombre de humor sutil y paciencia inquebrantable. Un hombre trabajador, profundamente amado, que nunca dejó de seguir

adelante, sin importar a dónde lo llevara la vida. Su historia es una de resistencia y devoción, de cruzar océanos y construir una vida plena a partir de la perseverancia y el amor. Su legado perdura en la familia que formó, en los valores que guió su vida y en los muchos corazones que tocó a lo largo de su camino.