Irene Romero de González

Pensar en Irene Romero de González, o Ma Nene, como muchos la conocían, es traer a nuestra mente y a nuestro corazón la imagen de una mujer íntegra, generosa, emprendedora, luchadora, optimista, tierna y siempre amorosa.

Su luz se apagó trás una corta e inesperada enfermedad el 20 de enero del 2024 en la Ciudad de Burbank, California.

Pero su historia y su recuerdo no se extinguirá jamás.  

Su tierra natal ,Tepechitlán, Zacatecas, es el lugar donde nació un 6 de febrero de 1956. Sus padres, Severo Romero y María del Refugio Ávila, guiaron sus primeros años inculcando en ella el amor por la vida campirana y el trabajo en el rancho. Irene fue la hija menor de 7 hermanos y hermanas. Le sobreviven sus hermanas Rafaela y María Guadalupe así como sus hermanos Manuel y Ezequiel.

En Tepachtitlán es donde también Irene comenzó sus pininos en la cocina aprendiendo de su madre  las recetas que harían sus platillos deliciosos e inolvidables.

El año de 1971 en el Rancho Castañeda marcan un momento que transformó su vida para siempre. Fue entonces cuando conoció a Octaviano González quién se convertiría desde entonces y para siempre en su compañero de aventuras, su cómplice en sus proyectos de vida, su fiel y amorosa pareja. 

Irene y Octaviano  se casaron el 29 de Mayo de 1971 . Poco a poco, su propia familia fue creciendo con sus hijas Angélica, Cynthia, Liz, Norma, Rocío y su hijo menor Jesús.

Sus hijas e hijo le dieron nietos y nietas y un bisnieto de los que estaba orgullosa y a los que cuido con cariño y ternura. Sus nietos son Octaviano, Abraham, Emiliano, Fabián, Israel, Marbella, Noary, Christopher, Paul, Manuel Jr. Ulises, Mateo, Santiago, Camila y su bisnieto Alexis. 

Su tránsito hacia el Norte comenzó en 1972, primero a un pueblo del que habían escuchado que se llamaba “Ensenada” en donde había nuevas oportunidades y al que se mudaron ese año. Un lugar que siempre fue especial en su corazón porque ahí comenzaron su familia.

Durante este período, Irene hizo muchas cosas para apoyar a Octaviano y sostener a su familia. Por un tiempo, tuvieron un negocio de maderería. También compraron propiedades lo que ayudó en sus diferentes proyectos. 

Así como su vida transcurría y crecía en experiencias y aprendizaje, su talento en la cocina se transformó convirtiéndola en una experta de las recetas tradicionales de la cocina mexicana. Su esmero y su toque especial para preparar manjares representativos de la cultura mexicana, será uno de sus talentos más recordados, por la labor y dedicación que ponía en crear cada manjar. Pero el cocinar para ella significaba más que deleitar a sus comensales. Irene sabía que alrededor de la mesa también nutría y unía los corazones de su familia. 

El motor que inspiró a Irene y Octaviano a emigrar a Estados Unidos fueron sus hijos. El darles una mejor calidad de vida fue suficiente razón para enfrentar cualquier reto y juntos salir adelante.

Una vez que se establecieron en el Sur de California, Irene haciendo uso de su talento como cocinera, trabajó muchos años en la cocina de Miller Company en Irwindale.

Su espíritu emprendedor la empujó a iniciar varios negocios de comida. Una vez que dejó de trabajar para Miller, nació “Cocina Ma Nene” que comenzó como un carrito de comida en El Monte y creció hasta convertirse en un negocio de banquetes y catering.

A Irene siempre le gustó viajar, y cada que podía visitaba Tepachtitlán, su tierra natal. Así como Ensenada, la cuna de sus hijos. Además de estas ciudades, los lugares donde viven sus hijas e hijo siempre fueron sus favoritos.

Su familia fue siempre su prioridad. Siempre estuvo al pendiente de todos y cada uno tratando a todos con generosidad y cariño. Su relación espiritual con Dios le daba una gran fuerza y aprendió de ella el valor del perdón, la gratitud y de obrar siempre con bien. 

Irene cerró sus ojos por última vez, rodeada de los seres que más quería la tarde del 20 de enero de 2024. 

Su partida tan inesperada ha sido el golpe más duro que la Familia González Romero ha tenido que enfrentar y los deja con un dolor incomprensible que sobrellevan con su fe en Dios y su amor de familia.

Sus hijas e hijo , le son eternamente agradecidos por todas las enseñanzas de vida y la importancia de conllevar la unión familiar siempre. 

Irene será recordada siempre con calidez y amor, siempre en los corazones que tocó, como la madre de la familia González. 

Descansa en paz Ma Nene.

"Tarde o temprano estarémos contigo para seguir amándonos."